Es un arbusto elegante ideal para márgenes arbustivos o zonas boscosas, aunque también se puede plantar como ejemplar de porte destacado tanto en un espacio abierto como en una maceta o junto a un muro sombreado.
En buenas condiciones puede llegar a los 6-10 metros de altura, creando un bonito y frondoso arbusto. En España son muy comunes en Galicia y se ven en muchos jardines y fincas.
Sus hojas coriáceas de color verde oscuro, contrastan con las flores solitarias o en parejas, con colores que varían desde el blanco más puro hasta el rojo más rabioso, pasando por todas las tonalidades de rosa y rojo. Debido a su facilidad de mutación existen incluso moteadas. Los filamentos de los estambres están soldados entre ellos, formando un tubo. La forma de las flores puede ser sencilla, semidoble, anémona, peonía, doble incompleta o forma de rosa, y doble formal o informal.
En cuanto al riego es fundamental que la camelia disponga de abundante agua, sobre todo durante la época de floración. Es importante que la planta tenga una humedad constante, evitando el encharcamiento, por lo que el terreno debe tener un buen drenaje.
Es propia de climas templados y húmedos, con lluvias abundantes. Crece mejor a la sombra y abrigo de árboles más altos, que la protegen del exceso de sol y del viento. El tiempo frío (dentro de unos limites) intensifica el color y mejora la calidad de la flor, mientras que las temperaturas elevadas y la baja humedad provocan pérdida de color, y pueden ocasionar graves daños en la planta. El tipo de suelo en el que crece es fundamental para el buen desarrollo de la planta. Necesita suelos ácidos, bien drenados y con buena retención de humedad.
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