Esta semana hemos ido a visitar el parque de la Quinta de los Molinos e hicimos algunas fotos para que admireis los bonitos almendros que tienen para el deleite de nuestros ojos en su momento de floración.
Los orígenes de La Quinta de los Molinos se remontan a los años
veinte del siglo pasado. El núcleo originario de la finca fue el entorno
del palacete y la zona situada al norte del camino de Trancos o de la
Quinta. El resto de la finca es el resultado de varias adquisiciones que
realizó el
Sr. César Cort hasta los años
setenta. Hacia 1925 se inició la construcción del Palacete,
posteriormente se edificó la Casa del Reloj. Ambas construcciones están
orientadas al Sur, hacia la vaguada del arroyo de los Trancos, que
dispone de una plantación importante de frondosas en el seno de la cual
se construyó el lago y el jardín. En los alrededores de la Casa del
Reloj se distribuyeron parcelas escalonadas de huertas o de producción
de flores, y en el entorno del palacete otra serie de parcelas dedicadas
unas a producción y otras a jardín ornamental, rodeadas por muretes y
escaleras que separan las distintas zonas.
El origen de esta quinta se remonta a comienzos del siglo
XX, con la adquisición de la primera de las varias parcelas que más tarde conformarían la finca, por parte de
D. Cesar Cort Botí, un prestigioso ingeniero y arquitecto, catedrático de
la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, académico de número de la
Academia de Bellas Artes de San Fernando y concejal del Ayuntamiento de
Madrid. Cort fue un profesional dedicado principalmente al urbanismo,
además de amigo y seguidor de Arturo Soria, y desarrolló diversas
teorías urbanísticas sobre el tránsito de la ciudad al campo que plasmó
en varias publicaciones. Precisamente, en la Quinta de los Molinos puso
en práctica algunas de sus concepciones urbanísticas.
Las arquitecturas que acompañan al jardín, incluido
la casa palacio, forman un conjunto único de la arquitectura
prerracionalista madrileña de principios del siglo
XX, sobre todo porque no existe en toda la ciudad un jardín tan extenso y tan bien conservado de aquel periodo.
El
agua empleada para regar la finca procedía en el inicio de pozos y
manantiales descubiertos a lo largo del proceso de formación de la
Quinta, lo que dio lugar a la construcción de numerosas albercas y
balsas para almacenamiento y distribución, y de fuentes que cumplían una
doble función decorativa y de abastecimiento. De este modo se fue
creando un complejo sistema de circulación de agua en toda la parte
norte de la Quinta.
Cuando fueron adquiridas las parcelas situadas
al sur del Arroyo de los Trancos, se elevó un tramo del camino
construyendo un puente sobre el Arroyo y se levantaron sendas tapias a
ambos lados de dicho camino, ya que constituía una servidumbre de paso.
Estas tapias de ladrillo contribuían en alto grado a la diferenciación
entre el ambiente frondoso y sombrío de la cabecera del arroyo y el
resto de la Quinta cubierta de almendrales. Recientemente estas tapias
han sido demolidas.
La transformación de la mitad sur se realizó
vmediante una división en cuarteles de distintas variedades de almendros,
y la creación de caminos y paseos cuyas directrices vienen dadas por el
marco de plantación de los almendros. Todos los bordes de los caminos y
paseos fueron plantados con coníferas y frondosas, con el fin de
proteger los cuarteles de almendros y de enmarcar estas vías de
servicio. Los taludes laterales fueron marcados con arbustos de flor y
con lirios.
El camino de entrada a la finca hasta el puente del
Arroyo de los Trancos fue probablemente rebajado de cota con el fin de
regularizar su pendiente, y queda en parte encajado entre fuertes
taludes fijados con lirios y arbustos. Esta parte del camino fue
adoquinado y tratado con carácter de calle con aceras, muretes y
alineaciones de árboles con alcorque.
El Parque Quinta de los Molinos
está catalogado como Parque Histórico por el Plan General de Ordenación
Urbana de Madrid de 1997.
Os recordamos que se encuentra muy cerquita de nuestro Centro de Jardineria Aragón en Canillejas.